A las 6 sonaba el reloj y, tras una ducha rápida y un pequeño desayuno ya estaba, con la maleta y la mochila, preparado para montar en el coche del padre de Álex, que nos llevaría al aeropuerto de Alvedro.
Durante el camino hacíamos cábalas de cómo podían haber puesto un vuelo a las 8:00h de la mañana ya que suponíamos que nadie querría/necesitaría ir a esas horas a Barcelona, nuestra escala hacia Helsinki. Cuando llegamos al aeropuerto quedó bien claro que nos equivocábamos porque la cola de pasajeros era bastante alargada. Parecía que el avión iba bastante lleno y empezábamos a temer que tuviésemos que pagar un extra por sobrepeso. Afortunadamente, la cola la evitamos gracias a nuestros flamantes billetes de business class y la azafata hizo la visto gorda en nuestros 1/2 kilos de peso extra. ¡¡La ropa de abrigo es que ocupa y pesa mucho!! :-D. Lo mejor de todo es que ya no nos tendríamos que preocupar del equipaje hasta aterrizar en Helsinki ya que Iberia se encargaba del transbordo en Barcelona.
Hora y media después de despegar de Coruña,y tras pasar casi todo el viaje dormitando (dios, que sueño), ya estábamos esperando por nuestro vuelo a Helsinki en las salas de espera del Prat.
Durante el vuelo con Finnair (esta vez, ya si, con billetes de turista) empezamos a comprobar el cambio de cultura de Finlandia. Un catering compuesto por una especie de puré de patata para acompañar a una salchicha bañada en una salsa de sabor indefinido, junto con una galleta y un recipiente con dos sorbos de agua mineral ¿?. Mientras, a nuestro alrededor, el pasaje formado en su gran mayoría por fineses, “celebran” su vuelta a casa con una distribución amplia de licores y vinos.
Sobre las 17:30 aterrizábamos en Helsinki y, tras recoger nuestro equipaje, nos dirigimos a los mostradores de información del aeropuerto para proveernos de folletos, con callejeros incluídos, y buscar un medio de transporte que nos llevase a nuestro hotel, a saber; bus, taxi o taxi del aeropuerto. Primeros cartéles de bienvenida: Tervetuloa Helsinkiin!, como pos podréis imaginar, al lado, la traducción, Welcome to Helsinki!
Por lo abultado de nuestras maletas decidimos que el autobús sería incómodo así que apostamos por el taxi del aeropuerto; 20 EUR por 2 personas y un transporte consistente en una furgoneta que nos llevaría a 6 personas hasta la puerta de nuestro hotel.
Cuando salimos para montar en nuestro vehículo comprobamos que la temperatura es bastante agradable y que el sol se empeña en contradecir las advertencias de mi hermana Laura; aún campa en el horizonte y no se ocultaría hasta una hora más tarde.
En el trayecto hasta nuestro hotel las primeras impresiones de Finlandia. Carreteras anchas de varios carriles, incluso en el área metropolitana, con bosque a ambos lados y señales de tráfico con el fondo amarillo donde en España se utilizaría el blanco, en previsión, supongo, de crear contraste con la nieve ;-).
Una vez en nuestro hotel, a la rivera del puerto, nos registramos y la señorita de recepción nos entrega la tarjeta de nuestra habitación y un par de usuarios para el HotSpot del hotel que nos proporcionará el acceso a Internet en las habitaciones durante nuestra estancia. Ya en el ascensor nos damos cuenta de que no somos muy duchos/experimentados en esto de los hoteles. ¡¡Pero como coño hay que usar la mier** de la tarjeta para poder ir al segundo piso!!
A parte del acceso a Internet, el hotel tiene otros servicios a disposición libre de los huéspedes, como la Sauna, de la que al final no llegaríamos a hacer uso :-(.
Descubrimos un par de habitaciones realmente espectaculares, y aprovecho para hacer las primeras fotos finlandesas.
Tras relajarnos un poco nos ponemos a la tarea de enviar unos cuantos correos electrónicos, mirar información y empezar la búsqueda del nuevo alojamiento definitivo. Nos damos una hora y media de margen. Posteriormente bajamos a dar la primera vuelta por la ciudad. Alex, que ya había estado el año anterior, me pega un buen paseo por el centro. La estación de autobuses, las 2 catedrales el puerto, senado… no andamos mucho pero parece que hemos recorrido gran parte del centro. Definitivamente Helsinki no debe ser muy grande.
Al regreso al hotel decidimos parar para cenar en alguno de los restaurantes. La generalidad: kebaps, pizzerías, hamburgueserías, chinos, hindúes… comida sana, vaya!!, bastante centro europeo todo :-D. Paramos en un kebap y me meto entre pecho y espalda un buen plato acompañado por patatas, arroz y un poco de lechuga. Hmmmmm, me encanta el kebap!!!, y debía de tener hambre porque no pensaba que lo pudiera acabar ;-). Supongo que el entrenamiento con Javi ha merecido la pena… y primera anécdota del viaje, 8-O, resulta que el ¿turco? que regenta el sitio me pregunta si antes trabajaba de camarero en un restaurante que conocía… por lo visto, me había confundido con un chico vasco que debía de trabajar allí ¿?¿?¿?. Supongo que tengo una cara muy familiar y es que, como la gente ve tantas películas de Hollywood, es normal que, siendo tan guapo, me confundan con actores famosos, cuando no con tenistas, porteros o protomonárcas europeos ;-).
Tras la opípara cena nos retiramos a las habitaciones para dormir y estar frescos al día siguiente en nuestro primer día de trabajo en Finlandia.